"Los diez mandamientos del matrimonio"


Un equipo de psicólogos y especialistas americanos, que trabajaba en terapia conyugal, elaboró los Diez Mandamientos del Matrimonio.

1. Nunca enfadarse al mismo tiempo.

A toda costa evitar la explosión. Cuanto más complicada es la situación, más necesaria es la calma. Entonces, será preciso que un de los dos accione el mecanismo que asegure la calma de ambos ante la situación conflictiva. D. Helder Câmara tiene un bonito pensamiento que dice: “Hay criaturas que son como la caña de azúcar, incluso puestas en el molino, aplastadas, reducidas a pulpa, sólo saben dar dulzura…”

2. Nunca gritar uno a otro.

A no ser que la casa esté ardiendo.

Quien tiene buenos argumentos no necesita gritar. Cuanto alguien más grita, menos se le escucha.

3. Si alguien tiene que ganar en una discusión, dejar que sea el otro.

Es preciso que el matrimonio tenga la determinación de no provocar peleas; no podemos olvidar que basta una pequeña nube para esconder el sol. A veces una pequeña discusión esconde por muchos días el sol de la alegría en el hogar.

4. Si fuera inevitable llamarle la atención, hacedlo con amor.

La otra parte tiene que entender que la crítica tiene el objetivo de sumar y no de dividir. Sólo tiene sentido la crítica que sea constructiva; y esa es amorosa, sin acusaciones ni condenaciones.

5. Nunca echar al otro en cara los errores del pasado.

La persona es siempre más que sus errores, y a nadie le gusta ser caracterizado por sus defectos.

6. La displicencia con cualquier persona es tolerable, menos con el cónyuge.

En la vida a dos todo puede y debe ser importante, pues la felicidad nace de las pequeñas cosas. La falta de atención para con el cónyuge es triste en la vida del matrimonio y demuestra desprecio para con el otro. Sé atento a lo que el otro dice, a sus problemas y aspiraciones.

7. Nunca ir dormir sin haber llegado a un acuerdo.

Los problemas de la vida conyugal son normales y exigen de nosotros atención y valor para enfrentarlos, hasta que se solucionen, con nuestro trabajo y con la gracia de Dios. La actitud de avestruz, de fuga, es la peor que existe. Con paz y perseverancia busquemos la solución.

8. Por lo menos una vez al día, decir al otro una palabra cariñosa.

Muchos tienen reservas enormes de ternura, pero olvidan expresarlas en voz alta. No basta amar al otro, es preciso decir esto también con palabras.
Son importantes esas expresiones de cariño que hacen crecer al otro: “te amo”, “eres muy importante para mí”,  “sin ti no habría conseguido vencer este problema”, “tu presencia es importante para mí”; “tus palabras me ayudan a vivir”… Di esto al otro con toda sinceridad y experimentarás lo importante que es.

9. Si cometes un error, saber admitirlo y pedir perdón.

Admitir un error no es una humillación. La persona que admite su error demuestra ser honrada, consigo misma y con el otro.  Actuando así, incluso nuestros errores y caídas serán momentos para nuestra maduración y crecimiento. Cuando tenemos el valor de pedir perdón, venciendo nuestro orgullo, eliminamos casi en seguida el motivo de conflicto en la relación, y la paz vuelve a los corazones.

10. Cuando uno no quiere, dos no pelean.

En la sabiduría popular la que enseña esto. Será necesario entonces que alguien tome la iniciativa de romper en círculo vicioso que lleva a la pelea. Tomar esta iniciativa será siempre un gesto de grandeza, madurez y amor.
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Del libro: ‘Família, Santuário da Vida’, Prof. Felipe Aquino

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